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Thu, 21 Mar 2024 18:45:33 +0000
Cuaresma, tiempo de ayunar del egoísmo y del orgullo
Os dejamos el propósito para mañana
Viernes
22 de marzo de 2024
Abstinencia
Lecturas:
Jr 20, 10-13. Cantad, alabad al Señor, que libró al inocente.
Sal 17, 2-7. En el peligro invoqué al Señor y me escuchó.
Jn 10, 31-42. El Padre y yo somos uno.
Vamos acercándonos a la Pascua y la Palabra de Dios nos va pre-parando para vivir este acontecimiento.
Porque la celebración no es mero un recuerdo de algo que pasó hace ya dos mil años. No se te invita a mirar todo esto como un espectador curioso, pero en el fondo ajeno a lo que se está viendo.
Ni se te invita a quedarte como un erudito, un estudioso que sabe muchas cosas, que tiene muchos datos, pero que en el fondo no le afecta para nada en su vida.
No. El evangelio te invita a tomar partido, a definirte.
Hemos contemplado como se va estrechando el cerco contra Jesús. Se le acusa de blasfemia, porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.
Y aquí el evangelio nos muestra varias reacciones: o crees que Jesús es el Salvador, o le acusas de blasfemo, o piensas que ha perdido el juicio.
Es lo que ocurre en el Evangelio: muchos creyeron en él, otros agarraron piedras para apedrear a Jesús.
¿Dónde quieres estar tú? ¿O quieres como Pilato “lavarte” las manos?
Y la Palabra hoy, como siempre, te invita a creer, a proclamar, como hemos cantado en el salmo y en el versículo antes del Evangelio: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Y a recorrer el camino de tu vida, de tu cruz, con Jesús, con la certeza de que, como nos ha dicho el profeta Jeremías: el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo, porque no hay nada ni nadie que pueda separarme del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! ???? (cf. Lc 11, 13).
Viernes
22 de marzo de 2024
Abstinencia
Lecturas:
Jr 20, 10-13. Cantad, alabad al Señor, que libró al inocente.
Sal 17, 2-7. En el peligro invoqué al Señor y me escuchó.
Jn 10, 31-42. El Padre y yo somos uno.
Vamos acercándonos a la Pascua y la Palabra de Dios nos va pre-parando para vivir este acontecimiento.
Porque la celebración no es mero un recuerdo de algo que pasó hace ya dos mil años. No se te invita a mirar todo esto como un espectador curioso, pero en el fondo ajeno a lo que se está viendo.
Ni se te invita a quedarte como un erudito, un estudioso que sabe muchas cosas, que tiene muchos datos, pero que en el fondo no le afecta para nada en su vida.
No. El evangelio te invita a tomar partido, a definirte.
Hemos contemplado como se va estrechando el cerco contra Jesús. Se le acusa de blasfemia, porque tú, siendo un hombre, te haces Dios.
Y aquí el evangelio nos muestra varias reacciones: o crees que Jesús es el Salvador, o le acusas de blasfemo, o piensas que ha perdido el juicio.
Es lo que ocurre en el Evangelio: muchos creyeron en él, otros agarraron piedras para apedrear a Jesús.
¿Dónde quieres estar tú? ¿O quieres como Pilato “lavarte” las manos?
Y la Palabra hoy, como siempre, te invita a creer, a proclamar, como hemos cantado en el salmo y en el versículo antes del Evangelio: Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador Tus palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
Y a recorrer el camino de tu vida, de tu cruz, con Jesús, con la certeza de que, como nos ha dicho el profeta Jeremías: el Señor está conmigo, como fuerte soldado; mis enemigos tropezarán y no podrán conmigo, porque no hay nada ni nadie que pueda separarme del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! ???? (cf. Lc 11, 13).
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