Más artículos de interés
Wed, 13 Mar 2024 12:36:32 +0000
Cuaresma, camino de fe
Aunque un poquillo tarde, vamos con el propósito de hoy, que es muy importante y aún estamos a tiempo
Miércoles
13 de marzo de 2024
Lecturas:
Is 49, 8-15. Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país.
Sal 144, 8-9.13-18. El Señor es clemente y misericordioso.
Jn 5, 17-30. Quien escucha la palabra del Hijo y cree en el Padre ha pasado ya de la muerte a la vida.
A lo largo de nuestro caminar por este mundo, como peregrinos hacia la meta definitiva, que es el cielo, experimentamos la debilidad y la precariedad, propias de nuestra condición humana y del tiempo en el que vivimos: siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión (cf. 2 Co 5, 6-7).
Y así vivimos la experiencia del dolor, del sufrimiento, del fracaso, del pecado, de la debilidad… Y como toda experiencia, la podemos vivir con el Señor o sin Él…
La gran tentación que nos provocará el diablo es hacernos dudar del amor de Dios, para atraparnos en la tristeza y en la desesperanza.
Y hoy el Señor nos da una Palabra sobre todo esto: ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura… Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré… El Señor es clemente y misericordioso… es cariñoso con todas sus criaturas.
¡Dios te ama! ¡No deja de amarte nunca! Puede que, a veces, no lo veas. Pero está contigo. A veces las nubes ocultan al sol. Pero el sol sigue estando.
Hoy la Palabra te invita a encontrarte con el Señor en medio de tu historia, de tu cruz, de tus sufrimientos.
A ir subiendo con Cristo a Jerusalén, para vivir el misterio pascual: a entrar con el Señor en el misterio de la cruz –de tu cruz– para poder vivir con Jesucristo la experiencia de la vida eterna: que la muerte ha sido vencida, que ya no tiene poder sobre el que ha renacido en Cristo Jesús.
Que no estás solo: Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo. Y el Espíritu Santo consolador, fuente del mayor consuelo, dulce huésped del alma, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos, certifica cada día en tu corazón _que no hay nada ni nadie que pueda separarte del amor de Dios.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! ???? (cf. Lc 11, 13).
Miércoles
13 de marzo de 2024
Lecturas:
Is 49, 8-15. Te he constituido alianza del pueblo para restaurar el país.
Sal 144, 8-9.13-18. El Señor es clemente y misericordioso.
Jn 5, 17-30. Quien escucha la palabra del Hijo y cree en el Padre ha pasado ya de la muerte a la vida.
A lo largo de nuestro caminar por este mundo, como peregrinos hacia la meta definitiva, que es el cielo, experimentamos la debilidad y la precariedad, propias de nuestra condición humana y del tiempo en el que vivimos: siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión (cf. 2 Co 5, 6-7).
Y así vivimos la experiencia del dolor, del sufrimiento, del fracaso, del pecado, de la debilidad… Y como toda experiencia, la podemos vivir con el Señor o sin Él…
La gran tentación que nos provocará el diablo es hacernos dudar del amor de Dios, para atraparnos en la tristeza y en la desesperanza.
Y hoy el Señor nos da una Palabra sobre todo esto: ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura… Pues, aunque ella se olvide, yo no te olvidaré… El Señor es clemente y misericordioso… es cariñoso con todas sus criaturas.
¡Dios te ama! ¡No deja de amarte nunca! Puede que, a veces, no lo veas. Pero está contigo. A veces las nubes ocultan al sol. Pero el sol sigue estando.
Hoy la Palabra te invita a encontrarte con el Señor en medio de tu historia, de tu cruz, de tus sufrimientos.
A ir subiendo con Cristo a Jerusalén, para vivir el misterio pascual: a entrar con el Señor en el misterio de la cruz –de tu cruz– para poder vivir con Jesucristo la experiencia de la vida eterna: que la muerte ha sido vencida, que ya no tiene poder sobre el que ha renacido en Cristo Jesús.
Que no estás solo: Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo. Y el Espíritu Santo consolador, fuente del mayor consuelo, dulce huésped del alma, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos, certifica cada día en tu corazón _que no hay nada ni nadie que pueda separarte del amor de Dios.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! ???? (cf. Lc 11, 13).
Noticias