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Sun, 03 Mar 2024 16:56:49 +0000
Cuaresma, tiempo de acogida
Os dejamos el propósito para mañana
Y la reflexión diaria de D. Manuel Cobos:
Lunes
4 de marzo de 2024
San Casimiro
Lecturas:
2R 5,1-15a. Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.
Sal 41. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Lc 4,24-30. Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado única-mente a los judíos
En nuestro itinerario cuaresmal hacia el encuentro con Jesucristo vivo, hoy la Palabra nos invita a una conversión muy concreta: convertirnos a la humildad y a la obediencia.
En Nazaret Jesús no puede hacer muchos milagros porque se encuentra con que sus paisanos no tienen fe.
Están llenos de prejuicios y no pueden aceptar que este Jesús que ha vivido con ellos sea el Mesías, el Señor. Y lo rechazan casi hasta aca-bar con él.
Les falta humildad y confianza para ir más allá de las apariencias; para dejarse sorprender por Dios.
El contrapunto a esta actitud la encontramos en la primera lec-tura, con la figura del general Naamán el Sirio.
Enfermo de lepra como está, se fía de una criada que le sugiere ir a ver al profeta de Samaría.
Cuando recibe la orden del profeta Eliseo que le manda bañarse siete veces en el río Jordán, aunque está molesto porque ni siquiera le ha recibido y le parece ridícula la orden, escucha la voz de sus siervos y obedece al profeta, se baña en el Jordán y queda limpio. Agradecido por su curación da gloria al Dios de Israel.
Son los dos caminos que tú y yo tenemos delante todos los días.
Podemos vivir atrapados por nuestros prejuicios y acabar echando en saco roto la gracia Dios.
O, por el contrario, podemos vivir con humildad, escuchando al Señor que nos habla continuamente y nos sorprende tantas veces: a través de su Palabra, a través de la Iglesia, a través de los aconteci-mientos de la vida, a través de tantos ángeles que pone en nuestra vi-da...
Y esta escucha la vivimos con dudas y combates, que se re-suelven invocando al Espíritu Santo, orando, y viviendo la fe en la Iglesia.
Y entonces, la escucha es transfigurada en confianza y en obediencia. Y al obedecer somos sanados, somos salvados.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! ???? (cf. Lc 11, 13).
Y la reflexión diaria de D. Manuel Cobos:
Lunes
4 de marzo de 2024
San Casimiro
Lecturas:
2R 5,1-15a. Muchos leprosos había en Israel, sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio.
Sal 41. Mi alma tiene sed del Dios vivo: ¿cuándo veré el rostro de Dios?
Lc 4,24-30. Jesús, igual que Elías y Eliseo, no ha sido enviado única-mente a los judíos
En nuestro itinerario cuaresmal hacia el encuentro con Jesucristo vivo, hoy la Palabra nos invita a una conversión muy concreta: convertirnos a la humildad y a la obediencia.
En Nazaret Jesús no puede hacer muchos milagros porque se encuentra con que sus paisanos no tienen fe.
Están llenos de prejuicios y no pueden aceptar que este Jesús que ha vivido con ellos sea el Mesías, el Señor. Y lo rechazan casi hasta aca-bar con él.
Les falta humildad y confianza para ir más allá de las apariencias; para dejarse sorprender por Dios.
El contrapunto a esta actitud la encontramos en la primera lec-tura, con la figura del general Naamán el Sirio.
Enfermo de lepra como está, se fía de una criada que le sugiere ir a ver al profeta de Samaría.
Cuando recibe la orden del profeta Eliseo que le manda bañarse siete veces en el río Jordán, aunque está molesto porque ni siquiera le ha recibido y le parece ridícula la orden, escucha la voz de sus siervos y obedece al profeta, se baña en el Jordán y queda limpio. Agradecido por su curación da gloria al Dios de Israel.
Son los dos caminos que tú y yo tenemos delante todos los días.
Podemos vivir atrapados por nuestros prejuicios y acabar echando en saco roto la gracia Dios.
O, por el contrario, podemos vivir con humildad, escuchando al Señor que nos habla continuamente y nos sorprende tantas veces: a través de su Palabra, a través de la Iglesia, a través de los aconteci-mientos de la vida, a través de tantos ángeles que pone en nuestra vi-da...
Y esta escucha la vivimos con dudas y combates, que se re-suelven invocando al Espíritu Santo, orando, y viviendo la fe en la Iglesia.
Y entonces, la escucha es transfigurada en confianza y en obediencia. Y al obedecer somos sanados, somos salvados.
¿No ardía nuestro corazón al escuchar su Palabra? (Cf. Lc 24, 32).
¡Ven Espíritu Santo! ???? (cf. Lc 11, 13).
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